A Boikot el tiempo le ha dado la razón. En las formas y en el fondo. Llevan toda la vida advirtiéndolo en sus canciones: el capitalismo muerde. Pero antes de la dentellada de los poderes financieros en la yugular, ya se desangraba la industria musical. Una industria que el veterano cuarteto lleva años intentando transformar desde dentro. Así las cosas, y ante la tempestad económica mundial, el discurso de Boikot, más que reivindicativo, es de puro sentido común. Su duodécima entrega, "Lágrimas de Rabia" (Maldito Records, 2012), parece fruto de los días que vivimos. Una fotografía de estos tiempos. La creciente agitación de nuestras calles queda retratada en "Botes de Humo", mientras canciones como "Sin Tiempo Para Respirar" aproximan dramas que creemos lejanos, pero que están en la puerta de casa. Porque la mirada de Boikot sigue siendo panorámica, internacionalista. Y tras la inmersión balcánica de su anterior trabajo, permanecen permeables a los sonidos y realidades de otras latitudes. Ahí está "Naita Na", nuevo guiño a la música de fanfarria. Pocos grupos de aquí han pisado escenarios de tantos países y continentes, como demuestra el documental que acompaña al disco "Boikot sin fronteras". Aunque todo trotamundos parte de algún lugar. Y los madrileños, en esta ocasión, recuerdan que su ciudad natal, mucho antes que laboratorio del neoliberalismo, fue heroico icono de la lucha antifascista, con una emotiva y barrionalista "Mi ciudad ruidosa y gris".
"Lágrimas de Rabia" es algo más que un disco. Casi una obra multidisciplinar impregnada de la filosofía cooperativista instalada en el seno del grupo. Su guitarrista e incipiente realizador de videoclips, Alberto Plá, le pone imagen a 5 temas del disco que han servido como dosificado y original aperitivo del compendio final de canciones, registradas en los estudios Oasis por Manuel Arévalo bajo la producción del también guitarra Kosta Vázquez. Música e imagen compenetradas en formato Digipack y con sonidos de todos los colores: potenciales hits punkrockeros como "Sexo, drogas y rocanrol", una declaración de intenciones que alumbra las miserias del negocio musical, aunque luego se redime con un sincero agradecimiento a los seguidores en "Acompáñame". Melodías bien pulidas y sorprendentes arreglos como los que envuelven Enloquecer, y agazapados tras las consignas, textos más íntimos, como los firmados en "Quiero Volver" e "Instinto Animal", esta última con la pluma de Antonio Yeska. Pero ya saben: no son buenos tiempos para la lírica. Queremos que rueden cabezas, como se proclama la canción "Gasolina, Vidrio y Mecha". Eso sí, con un festivo colchón de gaitas. Si llega la revolución, que nos pille bailando.
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